Eulalio Ferrer
Eulalio Ferrer Rodríguez nació el 26 de febrero de 1921 en Santander, España. Su padre, Eulalio Ferrer Andrés, fue tipógrafo y militante socialista, y su madre fue Estrella Rodríguez. A sus 19 años formaba parte de las Juventudes Socialistas de Santander lo que le valió el nombramiento de capitán del ejército republicano en el momento más importante de la Guerra Civil española. Ante la inminente derrota del bando republicano, Ferrer, como muchos otros, tuvo que optar por el exilio frente a la amenaza que representaban los sublevados.
El campo de concentración de Argelés-sur-Mer, en Francia, fue el lugar donde pasó más de un año y conoció a un caballero de esbelta figura que le cambió la vida: Don Quijote. La obra de Cervantes Saavedra fue uno de los motivos por los que Eulalio Ferrer consiguió subsistir en las infames condiciones del lugar, y el principal factor para transformar su vida. Estas experiencias quedaron plasmadas en sus obras Páginas desde el
exilio y Entre alambradas.
Fue en julio de 1940 que Ferrer arribó a México sin más que El Quijote bajo el brazo y una determinación que le abriría camino. Así, recitando poesías de García Lorca y de Machado, Ferrer obtenía recursos y continuaba con su pasión por las letras. La suerte de a poco le fue cambiando. Desde los 15 años de edad había tenido experiencia periodística en los diarios españoles La Región y El Cantábrico, la que continuó en la revista Mercurio, misma que llegó a dirigir.
Otra de las pasiones de Eulalio Ferrer fue la publicidad, campo en el que incursionó en 1946 al fundar la agencia Publicitaria Anuncios Modernos, que después, en 1960, se convirtió en Publicidad Ferrer, la más importante en la República mexicana en la década de los años 80. Ferrer revolucionó la comunicación en México, la comunicología, como él acuño el término. Ha sido reconocido por instituciones como la Facultad de Ciencias de la Información de Madrid y el Grupo hacia una Comunicología posible (GUCOM), liderado por el doctor Jesús Galindo Cáceres, en México y a partir de ahí es aplicado en el campo mexicano de la comunicación. De aquí se desprenden algunas de sus obras literarias como Háblame en español, El lenguaje de la inmortalidad, El lenguaje de la publicidad, Los lenguajes del color, De la lucha de clases a la lucha de frases e Información y comunicación. Claro que la escritura no fue su único campo, ya que incursionó en la televisión con proyectos como Charlas mexicanas, México lindo, Diálogos de la lengua, Encuentro, Charlas con Salvador Novo y Así es mi tierra.
Ferrer fue un hombre multidisciplinario, multifacético, siempre preocupado por la cultura y lo humano. Se puede resumir a Ferrer en el pensamiento del romano Terencio: “Nada humano me es ajeno”, y así resultaba para Ferrer. Su trayectoria cultural le permitió uno de los más altos honores: ser miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua en febrero de 1993. Igualmente fue miembro de la Real Academia Española, donde hizo su aporte más sobresaliente: el del verbo cantinflear. La Academia Norteamericana de la Lengua Española también lo hizo parte de sus filas, al igual que la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística.
Como en párrafos anteriores se mencionó, Ferrer tuvo una muy singular pasión por El Quijote, sentimiento que concretó a través de distintas acciones. Con la creación del Museo Iconográfico del Quijote, logró conjuntar miles de piezas referentes al personaje de la obra de Cervantes Saavedra y que se localiza en la ciudad de Guanajuato en México. Así mismo, promovió y fue mecenas del Premio Cervantes y el Premio Internacional de la Universidad Menéndez Pelayo de Santander. Sin algún interés que el de la difusión cultural, Ferrer patrocinó al Ateneo Español, a la Fundación Cervantina y a El Colegio de México, antes La Casa de España en México.
Una vida llena de tantas aventuras no podía pasar desapercibida. Eulalio Ferrer se hizo acreedor a premios y reconocimientos: la medalla de oro de Cantabria, Doctor Honoris Causa por la Universidad de Cantabria, y por la Universidad Complutense de Madrid, hijo predilecto de Santander y Veracruz, Orden al Mérito Civil de España y otros tantos homenajes y muestras de afecto y reconocimiento.
Sin duda, Eulalio Ferrer es el ejemplo de peripecias, aventuras y desventuras. Resulta difícil concebir como un hombre sobreviviente de la guerra, exiliado del régimen franquista y habitante de un campo de concentración haya evadido la muerte en tantas ocasiones y haya tenido el privilegio de morir en la tranquilidad de su cama y bajo el cariño de su familia y amigos. Así resultó. El 26 de marzo de 2009 se dio la última entrega de una obra llamada Eulalio Ferrer Rodríguez. El legado es muy significativo, y nuestro deber es valorarlo y difundirlo. No queda más que agradecer a Don Eulalio por su inigualable labor y la herencia inmejorable que nos deja. Sirva pues esta publicación como reconocimiento y agradecimiento a su trabajo y esfuerzo.